Italia es un país que
siente el deporte rey como pocos en el mundo. Cualquier momento es
bueno para comenzar una conversación con el balón de por medio. Los
últimos tiempos no han sido buenos para la Serie A pero ahora la
situación parece estar cambiando, ¿o no?
La noticia hace unos días de la bancarrota del Módena ha pasado bastante desapercibida aunque la situación del conjunto de la Emilia-Romaña era desesperada y se veía venir. Se inscribieron para participar en Lega Pro, la tercera categoría del calcio, en el último momento y a pesar de que la Liga ha gastado más de medio millón de euros para que pudiesen competir, sus futbolistas estaban en huelga al no haber cobrado en lo que llevamos de temporada. No se presentaron a los últimos 4 partidos [lo que ha generado su expulsión de la competición] e incluso han tenido que abandonar el Alberto Braglia, su terreno de juego, al no hacer frente a sus pagos.
La noticia hace unos días de la bancarrota del Módena ha pasado bastante desapercibida aunque la situación del conjunto de la Emilia-Romaña era desesperada y se veía venir. Se inscribieron para participar en Lega Pro, la tercera categoría del calcio, en el último momento y a pesar de que la Liga ha gastado más de medio millón de euros para que pudiesen competir, sus futbolistas estaban en huelga al no haber cobrado en lo que llevamos de temporada. No se presentaron a los últimos 4 partidos [lo que ha generado su expulsión de la competición] e incluso han tenido que abandonar el Alberto Braglia, su terreno de juego, al no hacer frente a sus pagos.
Tras la declaración, los
jugadores y el cuerpo técnico han quedado en libertad para fichar
por otro equipo. Con la salida de los actores principales se pone fin
a 105 años de historia, si bien es cierto que tras la aprobación,
por parte del CONI y la FIGC, de la Ley Petrucci
en 2004 los clubes en bancarrota que se refunden podrán mantener su
historial.
Por desgracia esta
situación no es nueva en Italia y aunque los conjuntos de la Serie A están a salvo tras los casos de Nápoles, Fiorentina
y Torino, en los últimos 5 años hasta 20 equipos
profesionales de categorías inferiores no han podido hacer frente a
sus pagos y se han visto abocados a una refundación.
En caso más dramático,
tal vez, sea el del Parma, subcampeón de la Serie A en
1997, ganó la Coppa Italia en tres ocasiones y a nivel
continental ganó una Copa de la UEFA, una Recopa y una
Supercopa. En 2015 se vio obligado a declararse en bancarrota
y descendió a la Serie D. Los años de gloria pronto quedaron
olvidados y sus leyendas; Hernán Crespo, Faustino
Asprilla, Antonio Benarrivo o Luigi Apolloni;
son sólo un recuerdo en unos aficionados que esperan el regreso de
su club, con otro nombre pero la misma historia, a la Serie A.
Además, conjuntos más
modestos como Latina, Siena o Como también han
vivido situaciones parecidas, si no idénticas. Otros, como el Pisa,
han tenido más suerte y sólo han recibido una deducción de puntos
por mantener deudas con su plantilla. Lo cierto es que el fútbol
italiano puede estar a las puertas de una situación delicada.
La situación económica
no es la mejor para sus equipos más modestos y en los últimos
tiempos estamos asistiendo a la llegada a la Serie A de clubes
acostumbrados a trabajar con rigurosidad y con pocos recursos.
Benevento, Crotone o Frosinone son algunos de
estos ejemplos. Otros equipos, o más bien sus dirigentes, no han
sido capaces amoldarse a nuevas circunstancias y a manejar menos
recursos económicos y por ahí puede encontrarse alguna explicación
a la situación de algunos clubes.
La Serie A parece
estar reverdeciendo laureles y de hecho, la temporada 2017/18 puede
ser una de las más entretenidas de los últimos tiempos. Sus mejores
equipos luchan por los títulos en Europa y se realizan inversiones
millonarias, pero el fútbol italiano también lo forman otros
conjuntos, más modestos y sus debilidades, a la larga, pueden
suponer un lastre para los equipos más poderosos: Cuanto más débil
es una competición, menos competitivos son sus equipos.
Está claro que los
dirigentes de los clubes deben ser conscientes de que no todo vale a
la hora de conseguir sus objetivos deportivos y que el endeudarse no
es el camino para conseguirlo ya que el futuro pasa por una acertada
gestión en el presente. Por otro lado, la reducción del número de
equipos profesionales puede ser otra solución, pero seguro que no gusta a todos. Llegar a un consenso
es la clave para resolver un problema que puede ir a más en el futuro.
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