En los últimos días se ha reabierto
un debate que ya parecía cerrado: Posesión contra pegada. La discusión parecía
que se decantaba claramente a favor de lo primero. Para ganar había que tener
la pelota, lo que es totalmente lógico. Si tú tienes el balón, tu rival no lo
tiene y entonces es imposible que recibas un gol.
Los acérrimos defensores de una y
otra escuela futbolística se alineaban, en este país, en torno a dos equipos,
Real Madrid y FC Barcelona eran sus banderas. Los enemigos irreconciliables,
una vez más, cara a cara. Enfrente se hallaban dos técnicos de carácter y cada
uno jugaba su papel. Hoy esto ha cambiado.
La llegada del Tata Martino al banquillo del Camp Nou ha
supuesto un cambio en el guión pre establecido. No es que el rosarino tire por
la borda todo el trabajo de sus predecesores y se haya convertido al “contragolpismo” al más puro estilo Aragonés,
pero se ha dado cuenta de que en determinadas circunstancias un juego más
directo es lo preciso para ganar. Porque no nos engañemos. Lo importante es
ganar.
Son muchos los casos en el fútbol
mundial en que un conjunto domina la posesión, incluso aburriendo a su público,
tocando y tocando en la frontal del área rival y en una jugada aislada es
batido por un rival inferior, pero bien organizado.
En el lado contrario se
encontrarían aquellos que lo fían todo a una férrea defensa, más o menos
adelantada, y a salir a la velocidad del rayo hacia la meta rival. Hay
auténticos maestros como el anteriormente citado Aragonés en su etapa colchonera,
o el denostado por muchos, José Mourinho.
Soy el primero en reconocer que
ver a un equipo llegar a campo contrario, de forma ordenada, es una auténtica
delicia, así como es maravilloso ver cómo se organiza un ataque en muy pocos,
pero precisos, pases. Pero insisto, apostar todo a un mismo estilo hace que un
equipo se vuelva previsible y sea más fácil de contrarrestar.
En una competición tan polarizada
como la española, con una rivalidad tan enconada, es prácticamente imposible
que se puedan ver las virtudes del otro aunque las haya. Muy pocos son capaces
de alabar las virtudes del máximo rival.
El debate es difícil de cerrar en
un sentido u otro, pero en mi opinión no todo debe ser blanco o negro. En
ocasiones los grises son maravillosos. Lo que de verdad hace que este deporte
sea tan maravilloso son los múltiples caminos hacia el éxito.
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