Tomas Rosicky fue uno de esos
futbolistas que marcan a una generación. A principios de este siglo causó
sensación en su etapa en el Borussia Dortmund donde se convirtió en uno de esos
personajes de culto para los seguidores del fútbol internacional. Por desgracia
su carrera se ha ido apagando poco a poco debido a unas lesiones que no nos han
permitido disfrutar de él.
Antes de llegar a la Bundesliga, a Rosicky le dio tiempo a llevarse la liga de su país en dos
ocasiones. Fue con el Sparta de Praga, el club en el que se formó. En
enero de 2001, a cambió de 14,5 millones de Euros, se trasladó al Westfallenstadion para conquistar el corazón
de los seguidores borusser gracias a
su clase y en su primera temporada completa en Alemania alzó la Bundesliga a las órdenes de Matthias Sammer.
Eran tiempos felices para el “pequeño
Mozart”; uno de esos futbolistas, de esos artistas del balón, que lo fían todo
a la inteligencia, a la técnica por encima de la potencia física. Nombrado
futbolista del año en su país en 2001 y 2002, el checo estaba destinado a hacer
que el resto de sus compañeros se moviesen al son de su batuta. Iniesta o Modric, pertenecen a la misma especie. A esa que con un solo pase,
con un solo gesto técnico pueden cambiar el signo de un partido.
En sus cinco temporadas y media
en Dortmund disputó 189 partidos, marcando 24 y repartiendo 46 pases de gol,
números que le valieron su pase al Arsenal
en el verano de 2006. Terminó ese año siendo galardonado por tercera y última
vez como mejor jugador checo. En la Premier
League, sin embargo, no pudo demostrar todo su potencial y por desgracia para
los amantes del deporte rey las lesiones lastraron una carrera que podría
haberle situado en el olimpo de los elegidos. Entre esos que tienen millones de
seguidores en todo el mundo.
A las órdenes de Arsène Wenger el centrocampista disputó
un total de 248 encuentros, logrando 29 tantos y dando 22 pases de gol durante
10 temporadas. Con los Gunners ganó
dos FA Cup y 2 Community Shield, pero en enero de 2008 comenzó su calvario con las
lesiones y a partir de ese momento sólo pudo demostrar su calidad a ráfagas, en
momentos muy esporádicos.
El técnico francés definió en su
día a Rosicky como el futbolista
perfecto para el Arsenal afirmando
que “para mí ha sido un privilegio
entrenarle ya que hace que todo parezca más sencillo. Cuando tiene el balón, de
repente, todo se vuelve más rápido, más incisivo, más móvil. Tiene todas las
cualidades para jugar el fútbol que queremos desarrollar aquí” y admitió
sentirse frustrado por sus continuas lesiones. “Ha sido frustrante que no haya podido jugar más ya que tiene un
talento increíble. La ovación de la grada cada vez que salta al campo dice
mucho de él. Nos gusta su manera de ser, su actitud y, evidentemente, su
calidad” añadía en una entrevista en
la web del club.
Tras finalizar su contrato en
Londres, Rosicky decidió volver al
club de sus inicios y en el Sparta de
Praga tampoco ha podido disfrutar de
la despedida que se merecía. Defendió la camiseta de la República Checa en 105
ocasiones puso punto y final a su carrera internacional con la disputa de la Eurocopa
de 2016.
Sólo unos pocos pudieron admirar
en toda su amplitud la calidad que
atesoraba en la creación de juego; su gran técnica y visión de juego para
acertar siempre con la mejor opción o su capacidad para equilibrar el juego de
su equipo con su organización e inteligencia. El fútbol le debía una mejor
despedida a este genio que se ha despedido por la puerta de atrás, sin hacer
ruido.
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