La derrota frente a un
recién ascendido como el modesto Sassuolo ha precipitado los
acontecimientos y el conjunto lombardo ha decidido cambiar al
director de orquesta. Una solución no por esperada, acertada.
Que Massimiliano Allegri tenía los días contados en el Milán era un secreto a voces. Las maltrechas arcas del conjunto presidido por Silvio Berlusconi no podían permitirse una compensación económica y se había decidido que el técnico de Livorno permaneciese al mando de la nave hasta final de temporada, cumpliendo así su contrato.
Que Massimiliano Allegri tenía los días contados en el Milán era un secreto a voces. Las maltrechas arcas del conjunto presidido por Silvio Berlusconi no podían permitirse una compensación económica y se había decidido que el técnico de Livorno permaneciese al mando de la nave hasta final de temporada, cumpliendo así su contrato.
En el fondo creo que se
esperaba una nueva reacción tras el mercato invernal, como ya
sucediera la pasada temporada, cuando la llegada de Mario
Balotelli resultó decisiva en la clasificación del conjunto
para la Champions League. Esta campaña, los refuerzos
llegarán pero está por ver si se consigue, de nuevo, la reacción.
Finalmente la histórica
derrota a manos de un imberbe como Domenico Berardi, primer
futbolista en marcarle cuatro goles al Milán en Serie A,
ha resultado demasiado para unos dirigentes, sumidos, además, en una
batalla institucional. Por un lado una Barbara Berlusconi,
sedienta, cada vez más, de su cuota de protagonismo y por otro el
viejo dinosaurio, Adriano Galliani.
Como siempre, la cadena
se ha roto por el eslabón más débil, el entrenador, pero los
dirigentes del equipo rossonero deberían mirar también a su
gestión. La decisión más valiente habría sido cambiar al técnico
al finalizar la pasada temporada, pero con el objetivo Champions
cumplido, lo cómodo era continuar.
Allegri llegó a
Milanello en 2010 y consiguió el Scudetto en 2011,
pero que no ha podido resistir la drástica reducción de calidad en
su plantilla. En el verano de 2012 vio como Zlatan Ibrahimovic
y Thiago Silva abandonaban la nave. Sus bajas, sensibles, se
vieron acompañadas de un tremendo rejuvenecimiento de la plantilla.
Pesos pesados del
vestuario como Alessandro Nesta, Clarence Seedorf o
Andrea Pirlo también dejaron el club. Con la experiencia de
estos futbolistas también se fueron los referentes del vestuarios.
Aquellos hombres, llamados a liderar un proyecto que se ha
reconstruido sin los cimientos adecuados, ya no están en el club.
La rebaja en la calidad
de la plantilla, sobre todo en la zona defensiva, acompañada de
falta de jerarquía y galones de los futbolistas que han permanecido
en la entidad es lo que ha llevado al gigante milanés a la situación
en la que se encuentra, más cerca del descenso que de puestos
europeos. Habrá que esperar para ver el desenlace...
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